Cuando apoyamos a la industria orgánica, ayudamos al medio ambiente, pues reducimos el uso de químicos sintéticos. Los químicos utilizados en la producción convencional de alimentos, frecuentemente regresan al ambiente circundante por lixiviación. Al utilizar más prácticas naturales, la producción orgánica protege a la vida silvestre, a la vez que promueve la biodiversidad y mejora los ecosistemas nativos.
El proceso orgánico tiene consciencia ambiental. Promueve una mayor fertilidad de los suelos al rotar los cultivos y utilizando materias primas naturales como la composta, el estiércol y los cultivos de cobertura. Estas prácticas ayudan a controlar la erosión y a darle manejo a los nutrientes del suelo. Un suelo sano también tiene la capacidad de absorber una mayor cantidad de carbono del aire.
Para que un producto de origen animal sea certificado como orgánico, los animales productores deben cumplir normas y estándares de bienestar animal que garanticen que las condiciones de crianza que tienen, corresponden y contemplan la salud y el comportamiento natural de los animales. Esto incluye que su alimentación se realice con una dieta natural sin hormonas de crecimiento, sin organismos genéticamente modificados y sin antibióticos. Los animales no pueden ser clonados.